La técnica psicoanalítica se distingue de otras formas de terapia psicológica por la importancia que concede a:
el inconsciente y sus manifestaciones.
En este aspecto el psicoanálisis es la aproximación más exhaustiva del psiquismo.
Según Freud (su fundador), el inconsciente es una entidad psíquica al cual no podemos acceder directamente, pero que sin embargo actúa de forma decisiva sobre nuestra forma de ser y de hacer las cosas.
El objetivo de un psicoanálisis es el de poder saber más sobre nuestro inconsciente, de retirar esta ignorancia sobre sí que es el origen de nuestro malestar.
Así al iniciar un psicoanálisis, el individuo elige no ser más la «víctima» desgraciada de eso que con frecuencia calificamos erróneamente de «destino», o de «mala suerte» pero más bien hacerse responsable de quien es.
Jacques Lacan, psicoanalista francés, que prolongó y profundizó las enseñanzas de Freud, hizo del deseo inconsciente el centro del análisis, siendo el reto del analizado de acordarse con el suyo.
Este trabajo de investigación no puede realizarse solo, puesto que no tenemos acceso directo al inconsciente. Es gracias a la pertinencia y al rigor de su disciplina que el psicoanalista permite evitar este escollo, permitiendo al analizante de descubrir los fundamentos de su estructura psíquica y de los «problemas» aparejados.
Para comprender el inconsciente, la única forma de proceder es la de respetar:
la regla de la asociación libre
(decir todo lo que viene a la mente sin juzgar ni censurar).
La herramienta para acceder al inconsciente es la palabra y el psicoanalista está ahí para recogerla y escuchar lo que de forma consciente el analizante no percibe de su historia y de su deseo.
El analizante es el único que tiene la llave de su mundo inconsciente.
Su historia es única y singular, el psicoanalista solo lo acompaña en su viaje sin darle respuestas porque solo el analizante tiene ese acceso.
El inconsciente se manifiesta, pero en todo caso hay que querer y saber escucharlo.
Puede surgir tras un lapsus, actos fallidos, olvidos.
Los síntomas son también su forma de manifestarse.
Por último los sueños, que son lo que Freud llamaba «la vía regia» hacia el inconsciente.
Es mediante este dispositivo psicoanalítico, y solamente a través de él, que el analizante podrá dejar hablar a su inconsciente, comprender el origen de sus sufrimientos y resolver realmente los conflictos internos hasta ahora jamás expresados. Dando sentido y voz a sus pensamientos y deseos inconscientes conseguirá aceptarse a sí mismo y aceptar la vida con todo lo que conlleva de incontrolable y de imprevisto.
Poco a poco el paciente aprende a escuchar su propio inconsciente y avanza paso a paso hacia un mejor conocimiento de sí mismo. Esto requiere un tiempo.
El psicoanálisis es un viaje algo agitado, puesto que durante su duración descubrimos lo que habíamos siempre guardado sin atrevernos a confesar. Se necesita valor y deseo decidido para emprender este trabajo sobre sí mismo, y es únicamente gracias a este precio que la persona que haya venido a hablar de sus sufrimientos encontrará alivio verdadero.
Este es un espacio al que me gustaría invitar a aquellos y aquellas que lo deseen para venir a hablar de lo que les hace sufrir, para saber más sobre ellos mismos e inscribirse de otra forma en su existencia.